Desde que tengo memoria he estado rodeado por el material que más me gusta para realizar esculturas "acero"; y a su vez, también en contacto con lo natural: animales, plantas, suelo, viento, agua, fuego. En si con todos los elementos que nos rodean.

 

En mis esculturas, busco unir estos dos: plasmar y dejar un impacto en el espectador una reflexión, así como sucede conmigo. Realizar una escultura de una mujer unida a un árbol, raíces, troncos, rostros con ramas y flores etc. Siempre dejo que mi imaginación vuele y más cuando entro en mi taller y me rodea el acero, herramientas, equipos y máquinas; la creatividad a todo lo que da y vuelvo a constatar que puedo hacer  todo lo que imagino y sueño.

 

Cuando estoy en el proceso adicionando material a la escultura, volteo a mí alrededor y observo una pieza que me genera un cambio a la idea y así como si fuera un dibujo que se puede borrar , no me da temor deshacer parte de lo ya realizado pues eso es lo que me gusta del acero: lo puedes cortar, doblar, soldar así cuantas veces quiera hasta obtener en mi escultura la imagen está en mi mente.

 

Siempre me doy tiempo para platicar con ellas, las escucho las siento y ellas me dicen que sigue y cómo les gustaría verse, las dejo descansar después de horas de intenso calor, golpes y sobre todo de las sensaciones que intercambiamos; pues para mí el acero siente así como todo lo que nos rodea, emana energía que siento y me contagia y esto se refleja en los detalles de mis esculturas  uniendo lo físico con lo etéreo